Como llega el café a Bolivia
A través de una entrevista que nos brindó la licenciada María Luisa Soux, actualmente docente de la carrera de Historia de la UMSA e investigadora del Instituto de Estudios Bolivianos, se logró identificar los hitos históricos que marcaron la caficultura de nuestro país.
Las fechas exactas y el cómo entró esta planta a Bolivia no se identifica con exactitud. Sin embargo, muchos historiadores creen que lo más probable es que la primera planta de café entró de la misma forma que en toda América, a través de los esclavos africanos de la nobleza, quienes traían consigo, a escondidas, la planta del café como su mayor tesoro a finales del siglo XVII.
Las documentaciones primeras del café en Bolivia datan de fines del siglo XVIII, encontrándose en los inventarios de las haciendas de Diez de Medina y Santa Teresa de Peri situadas en Los Yungas donde se cultivaban solo para el consumo de los hacendados.
Años después aparecen los primeros cafetales, a finales del siglo XIX en Coripata. Sin embargo, el café nunca fue el cultivo principal en la zona de los Yungas, sino que era considerado como una alternativa para diversificar la producción de la hoja de coca. A finales del siglo XIX e inicios del XX, la dependencia económica de los Yungas hacia la coca fue mayor que nunca.
Según el libro de historia de la licenciada Maria Luisa Soux, titulado Apuntes para una historia del café en los Yungas, para inicios del siglo XX el 95% de los productos agrícolas que llegaban al mercado eran de la hoja de coca. Frente a esta situación se buscó cultivos alternativos para diversificar la producción y evitar que toda una región dependa solamente del mercado de la hoja sagrada. En la entrevista ella indica que las ventajas de la coca ante el café es la cantidad de cosechas durante el año (llegando hasta 4 según la zona) generando así estabilidad al productor con un mercado regular a nivel nacional. Sin embargo, el café permite tener una producción exportable y con mayores ingresos, pero a riesgo de depender de solo una cosecha anual.
La coca siempre dominó la zona de los Yungas, pero a partir de 1930 las trabas de exportación, de la hoja, impuestas por Chile y la reducción del consumo interno generaron una nueva crisis. Ante esta situación, la producción del café repuntó con más fuerza como una gran alternativa para la economía de la zona. Con el inicio de la Guerra del Chaco, se construyeron carreteras hacia los Yungas, lo que permitió que las primeras empresas cafetaleras se establecieran en Coroico.
La Reforma Agraria, dictada en 1953, tuvo vigencia en Los Yungas a partir de 1956. Este mismo año, la Dirección General de Agricultura editó un folleto titulado Cómo debes cultivar el café. Este documento estaba dirigido a los productores, donde se explicaba con palabras simples y dibujos los pasos a seguir desde la siembra hasta el beneficio del café. Este folleto es considerado el primer intento que el gobierno tuvo en fomentar la producción del café en Bolivia.
Con el incremento considerable del consumo del café a nivel mundial, a partir de 1970, la producción del café se extendió con mayor intensidad a zonas como Caranavi y La Asunta. A partir de 1980, con la promulgación de la Ley 1008 en el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, se establece el régimen de la coca y sustancias controladas, definiendo las zonas tradicionales del cultivo de coca y las excedentarias donde se tenía que erradicar; en ese tiempo, una vez más el café es considerado como una alternativa económica para sustituir dichos cultivos.
Dos organizaciones tomaron un papel importante en la erradicación de la producción de coca, tanto USAID como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen, generaron diversos proyectos en comunidades específicas que incentivaban la producción del café con mercados establecidos, normalmente con la condición de que dejaran o redujeran al mínimo la producción de la coca.
En los años siguientes se creó diversas cooperativas y asociaciones que dominarían gran parte de la producción del café en comparación a los productores independientes, sin embargo, los intereses de quienes administraban dichas cooperativas se desviaron. Según Maria Luisa Soux, este hecho tuvo un impacto bastante negativo en la producción del café como alternativa de la coca, mencionando lo siguiente:
¨La cooperativa es una excelente opción para el productor independiente que no tiene la capacidad financiera de realizar todo el trabajo que implica la cadena del café por cuenta propia. Permite recibir más ingresos a los productores, evitando que el café pase por los rescatistas quienes al final se quedaban con gran parte de las ganancias. Sin embargo, en muchos casos los intereses propios de los encargados de administrar ciertas cooperativas se impusieron sobre los intereses comunes, causando daño no solo económico sino también en la confianza de los productores en un trabajo conjunto. Se tendría que analizar con mayor profundidad cómo evitar estos actos de corrupción dentro de las cooperativas y el rol que tienen los rescatistas en la distribución de las ganancias para motivar una mayor producción de café.¨
En el siglo XXI se sigue intentando consolidar al café como una alternativa económica ante la coca. El Fondo Nacional de Desarrollo Alternativo ha desarrollado el ¨Programa Café¨ con el fin de aumentar tanto la producción como el consumo nacional y posicionar el café boliviano a nivel internacional.
En la actualidad, 12000 familias productoras en Caranavi dependen del café como su principal fuente de ingresos. El café boliviano es considerado exótico, con una alta demanda en el mercado de especialidad, sin embargo, su producción no llega ni al 1% del café mundial.
En Bolivia la producción de café alcanzó su hito más importante en el periodo 1990 - 2000, cuando las exportaciones alcanzaron a 156.400 sacos de 60 kg, con un promedio de 100.680 sacos de 60 kg y 18 millones de dólares para 1990. En el periodo 2001 - 2009 las exportaciones, en promedio alcanzaron 75.000 sacos de 60 kg de café verde oro, generando 10,87 millones de dólares, constituyendo la principal fuente de recursos y el sostén económico de 17.491 familias productoras dedicadas a la caficultura en Bolivia.
Entre 2010 y 2016 bajaron considerablemente los volúmenes de exportación, a un promedio de 57.420 sacos de 60 kg de café verde oro que generaron unos 11,870 millones de dólares, recursos aun importantes gracias a la estrategia aplicada por los productores para acceder a comercio justo y orgánico, principalmente.
La importancia de la producción de café en Bolivia está considerada en la Estrategia Nacional de Desarrollo Integral Sostenible (ENDIS 2018 – 2022, MDRyT - VCDI), en el Componente I: Desarrollo Económico Productivo, en el lineamiento estratégico de Fomento, potenciamiento y consolidación de la producción de rubros agropecuarios con potencial competitivo y de inserción a los mercados nacionales e internacionales, donde la caficultura constituye uno de los rubros priorizados.
Los desafíos de la caficultura boliviana en los próximos años
El Ayni es una forma de trabajo comunitario específico de Bolivia, donde todos los vecinos o comunarios deciden apoyarse de manera rotativa sin necesidad de una remuneración económica.
Esta forma de trabajo es una opción ante la imposibilidad de pagar la mano de obra, que es muy demandada en la finca. El Ayni es muy particular en Bolivia por la tenencia campesina de tierras, después de la Reforma Agraria, grandes haciendas fueron repartidas en lotes, eliminando así la posibilidad de futuras empresas agroindustriales privadas en Los Yungas y entregando parcelas pequeñas a los productores (la tierra es de quien la trabaja). Esta forma de trabajo es central para el país, no solo como actividad económica sino también social, siendo muchas veces la mujer quien lo realiza. Siguiendo esta línea, María Luisa sugiere una capacitación enfocada hacia el género femenino para impulsar con formación técnica el trabajo comunitario.
Brasil es el más grande productor de café comercial a nivel mundial, dominando más del 30% de la exportación global. Bolivia no tiene oportunidad de competir ante grandes economías de escala, por lo que enfocar la producción hacia el mercado de café de especialidad se muestra como la mejor opción para la caficultura boliviana. Sin embargo, entrar a este mercado tiene sus riesgos, algunos países de Europa y América brindan apoyo al café de especialidad y a países del tercer mundo como Bolivia, abriendo puertas a sus mercados con un precio mejorado, pero no sustentables en el tiempo, volviéndolos en mercados irreales. Ante esto, la historiadora menciona el fuerte trabajo que tiene el gobierno para encontrar mercados potenciales donde se pueda llegar con un café que tenga una identidad boliviana, vendiendo no solo un grano, sino todo el trabajo comunitario que implica como el Ayni.
De la misma forma, es igual de importante promover el consumo nacional. En países como Brasil y Colombia la cultura cafetalera, propia de la nación, es bastante marcada, siendo motivo de orgullo para muchos ciudadanos. En Bolivia no exista una identidad nacional con el café y menos aún una cultura cafetalera, a pesar que nuestra historia es muy rica. Se debe fomentar nuevas investigaciones, donde no solo se cuente de forma técnica cómo se prepara un café sino que genere un sentido de identidad a todos los ciudadanos.
¨Recuerdo cómo era el Estadio Hernando Siles hace unos años. Cada vez que se pasaba por ahí, el aroma a café que se desprendía por las vendedoras que aprovechaban un partido o evento, me generaba automáticamente la asociación del lugar con una taza de café caliente¨.
La historia ayuda a crear una identidad, dándole un valor adicional a algo tan cotidiano como una bebida caliente, sin embargo se busca que al consumirla, la persona se imagine que ese pequeño grano de café pasó por revoluciones, alternativas económicas y una búsqueda constante de un mejor estilo de vida para muchas familias bolivianas.
Fomentar la educación para mejorar la productividad, generar investigaciones que permitan adoptar una identidad al café boliviano para aumentar el consumo nacional e internacional y crear un pensamiento comunitario donde los intereses propios no sean causantes de corrupción, son los mayores desafíos que enfrenta actualmente la caficultura boliviana.
En los últimos años, aparecieron jóvenes profesionales con nuevos conocimientos sobre la ¨tercera ola del café¨ y día a día son cada vez más las personas que se interesan sobre este tema, Bolivia está lista para entrar a este nuevo ciclo, pero esto implica un trabajo integral que involucre desde el productor hasta el barista en búsqueda de un bien común; esto convertirá a Bolivia en un referente en el mundo del café de especialidad.